En ocasiones no somos conscientes de la importancia que tiene saber tomar una decisión con criterio y sin escoger la primera alternativa que se nos presenta. No todo el mundo tiene esta capacidad o, podríamos llamarlo incluso, talento. Y, sin embargo, actualmente es una de las habilidades más solicitadas en los puestos de trabajo del mercado actual. ¿Quiere decir esto que si no naces con esta habilidad no encontrarás un buen puesto de trabajo? La respuesta es: en absoluto. Realizando el curso de Decision Making de Harvard he aprendido que es perfectamente posible adquirir los conocimientos necesarios para saber tomar siempre la mejor decisión, y únicamente hay que seguir unos pasos que me gustaría resumir brevemente a continuación.
En primer lugar, es muy recomendable rodearte de un buen equipo de personas que aporten diferentes ideas y puntos de vista, para tener en cuenta el mayor número de alternativas posibles. Y, por supuesto, hay que estar abierto a oírlas todas y sobretodo no huir de los cambios. Es necesario adaptarse a cada situación sin importar la transformación que pueda suponer.
En segundo lugar, antes de lanzarnos a dar ideas y elegir una, es fundamental saber y tener en cuenta que muchas de esas ideas aportadas estarán condicionadas por sesgos cognitivos de cada persona. Es decir, habrá puntos de vista que nos parezcan mejores o peores debido a experiencias pasadas, un exceso de confianza en nuestras asunciones, el deseo de confirmar nuestra opinión, el no querer cambiar demasiado, o simplemente por un sentimiento irracional que nos hace preferir una idea u otra. Una vez que entendamos esto y lo tengamos presente en todo el proceso podemos pasar al siguiente paso.
A continuación, se generan todas las ideas posibles. Es muy importante tener siempre varias alternativas donde elegir y no quedarnos únicamente en dos. ¿Y cómo conseguimos que nuestro equipo aporte muchas ideas? Pues tenemos varias opciones, o bien realizamos un brainstorming o simplemente iniciamos un dialogo guiado por alguien que conoce el objetivo que se pretende lograr. Pero siempre debe tratarse de un proceso justo, en el que todos los miembros sientan que sus aportaciones son valoradas y tienen el mismo peso que las demás. De esta forma se sentirán motivados a contribuir en la generación de ideas. Una vez se tiene un número considerable de estas, se procede a su evaluación con ayuda de algunas herramientas que no vamos a comentar en este momento.
Posteriormente, se toma una decisión siempre en el momento oportuno. Es importante no precipitarse a elegir una alternativa demasiado pronto ni esperar demasiado para decidir, hay que saber escoger el mejor momento.
Finalmente, el último paso que no debe pasar desapercibido es el de comunicar e implementar la decisión. Este paso es fundamental para que el proceso sea exitoso. Debemos informar a todo el equipo de la decisión tomada y dar las explicaciones pertinentes de por qué ha sido elegida esa alternativa y no otras, para que todos la entiendan y la compartan, solo de este modo se motivarán para implementarla.
Este es todo el proceso de toma de decisiones, muy resumido, que debemos seguir y llevar a todos los ámbitos de nuestra vida, no únicamente al entorno laboral, para tomar siempre la decisión más acertada y meditada.